Cariad: un coloso con 130 años de historia
El comienzo de la XXI Copa del Rey Repsol de Barcos de Época tendrá que esperar. La inestabilidad meteorológica, marcada por la falta casi total de viento y la presencia de calima y un ambiente húmedo, ha impedido disputar este miércoles la prueba costera de 22 millas previstas para el estreno de la competición en aguas de Mahón.
El Comité de Regatas llegó a dar la salida a la clase Época Cangreja, pero la situación se deterioró en pocos minutos. “Hemos decidido anular al cabo de un cuarto de hora porque los barcos apenas habían logrado avanzar. A la falta casi total de viento se ha sumado una mar muy desordenada”, ha explicado Ariane Mainemare, oficial principal de la regata. “Las condiciones no han mejorado en la zona de la salida y los registros que nos llegaban de los otros puntos del campo de regatas eran de muy poco viento, por lo que al final hemos optado por mandar la flota a puerto”, ha añadido.
Demasiadas olas para tan poco viento
La decisión ha supuesto dar por concluida sin pruebas la primera de las cuatro jornadas programadas. La mayoría de la flota ha aceptado que, en estas condiciones y sin ningún indicio de que la situación fuera a mejorar, lo más lógico era regresar al amarre y confiar en que la meteorología sea más propicia mañana. Gabriel Catalá, tripulante del Celeste di Mare, uno de los participantes en la clase Espíritu de Tradición, ha señalado que las grandes olas cruzadas que se habían formado de madrugada contrastaban con la falta casi total de viento, lo que hacía "muy, muy incómoda" la navegación. Paul Hartek, del equipo Spartan, uno de los cuatro Big Boats en liza, también ha recalcado la fatal combinación de “demasiadas olas con poco viento”, unas condiciones “muy difíciles para todos”. “Espero que mañana mejore, aunque lo veo difícil. Ojalá podamos terminar la regata”.
La Copa del Rey Repsol de Barcos de Época reúne en esta edición a 49 embarcaciones procedentes de 11 países, divididas en cinco categorías: Big Boats, Época Cangreja, Época Bermudiana, Clásicos y Espíritu de Tradición. Considerada una de las grandes citas de la vela clásica en el Mediterráneo, la regata es puntuable para el Trofeo Clásicos Mare Nostrum – Copa de España de Vela Clásica (RFEV) y para la Mediterranean Champions Cup del Vintage & Classic Yacht Club.
Cariad: un coloso con 130 años de historia
Construido en 1896, el queche áurico armado por Tim Hartnoll, de 36 metros de eslora, se estrena en la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época tras ganar el año pasado el premio Classic Rebuilt Yachts por su impecable restauración
El Comité de Regatas llegó a dar la salida a la clase Época Cangreja, pero la situación se deterioró en pocos minutos. “Hemos decidido anular al cabo de un cuarto de hora porque los barcos apenas habían logrado avanzar. A la falta casi total de viento se ha sumado una mar muy desordenada”, ha explicado Ariane Mainemare, oficial principal de la regata. “Las condiciones no han mejorado en la zona de la salida y los registros que nos llegaban de los otros puntos del campo de regatas eran de muy poco viento, por lo que al final hemos optado por mandar la flota a puerto”, ha añadido.
Demasiadas olas para tan poco viento
La decisión ha supuesto dar por concluida sin pruebas la primera de las cuatro jornadas programadas. La mayoría de la flota ha aceptado que, en estas condiciones y sin ningún indicio de que la situación fuera a mejorar, lo más lógico era regresar al amarre y confiar en que la meteorología sea más propicia mañana. Gabriel Catalá, tripulante del Celeste di Mare, uno de los participantes en la clase Espíritu de Tradición, ha señalado que las grandes olas cruzadas que se habían formado de madrugada contrastaban con la falta casi total de viento, lo que hacía "muy, muy incómoda" la navegación. Paul Hartek, del equipo Spartan, uno de los cuatro Big Boats en liza, también ha recalcado la fatal combinación de “demasiadas olas con poco viento”, unas condiciones “muy difíciles para todos”. “Espero que mañana mejore, aunque lo veo difícil. Ojalá podamos terminar la regata”.
La Copa del Rey Repsol de Barcos de Época reúne en esta edición a 49 embarcaciones procedentes de 11 países, divididas en cinco categorías: Big Boats, Época Cangreja, Época Bermudiana, Clásicos y Espíritu de Tradición. Considerada una de las grandes citas de la vela clásica en el Mediterráneo, la regata es puntuable para el Trofeo Clásicos Mare Nostrum – Copa de España de Vela Clásica (RFEV) y para la Mediterranean Champions Cup del Vintage & Classic Yacht Club.
Museo flotante
La flota permanecerá amarrada en el Muelle de Levante, a la vista del público que se acerque al puerto de Maó, donde es posible contemplar de cerca estas embarcaciones históricas, auténticas joyas del patrimonio naval. Si el viento lo permite, la competición se retomará mañana a partir de las 12:30 horas con un recorrido costero, cuya configuración dependerá de la meteorología.
La flota permanecerá amarrada en el Muelle de Levante, a la vista del público que se acerque al puerto de Maó, donde es posible contemplar de cerca estas embarcaciones históricas, auténticas joyas del patrimonio naval. Si el viento lo permite, la competición se retomará mañana a partir de las 12:30 horas con un recorrido costero, cuya configuración dependerá de la meteorología.
Cariad: un coloso con 130 años de historia
Construido en 1896, el queche áurico armado por Tim Hartnoll, de 36 metros de eslora, se estrena en la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época tras ganar el año pasado el premio Classic Rebuilt Yachts por su impecable restauración
El Cariad, uno de los yates clásicos más impresionantes del mundo que permanecen en activo, navega estos días en aguas de Mahón. Con sus 36 metros de eslora y 130 años de historia, este majestuoso queche aparejado con vela cangreja participa por primera vez en la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época, que se celebra hasta el próximo sábado en el Club Marítimo de Mahón. El encuentro menorquín de vela vintage, en el que toman parte 49 embarcaciones históricas, es una oportunidad para ver en acción a esta imponente embarcación del siglo XIX que ha vivido épocas de esplendor y abandono, y que hoy luce renovada tras una ambiciosa y premiada restauración.
Construido en 1896 por Summers & Payne en Southampton (Inglaterra) para Windham Thomas Wyndham-Quin, cuarto conde de Dunraven, el Cariad (palabra galesa que significa amado) fue concebido desde el principio como velero de regatas. Dos años después de su botadura, logró su primer gran triunfo al alzarse con la Copa Vasco da Gama, una competición que cubrió la travesía entre Lisboa y Bombay para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de la ruta marítima portuguesa a la India.
Durante sus primeras décadas de vida, la embarcación pasó por distintas manos y escenarios, desde regatas de prestigio como la Semana de Cowes hasta travesías oceánicas. Con el tiempo, y tras cambios de nombre y propietarios, su tripulación completó tres vueltas al mundo, incluyendo la primera circunnavegación (1920-1922) comandada por los hermanos suecos Sune y Sebastian Tamm.El siglo XX llevó al Cariad desde los puertos de Sudáfrica hasta las islas del Pacífico, de la Costa Azul al Caribe, en las que el velero vivió etapas de gloria y otras más oscuras. En la década de 1980 fue sometido a una primera gran remodelación, pero en 1993 quedó abandonado en Taiwán. Rescatado por la Asociación Japonesa de Yates de Chárter, navegó de nuevo, solo para volver a caer en el olvido unos años más tarde, esta vez en Bangkok. Entre 2006 y 2008 fue prácticamente reconstruido en el astillero PSS Shipyard de Tailandia, pero la crisis financiera obligó a venderlo antes de que la obra se completara.
Olvidado por su antiguo propietario, el barco sufrió un proceso de deterioro en Singapur durante más de una década. El calor, la humedad y la falta de mantenimiento hicieron estragos: maderas podridas, jarcia inservible, interiores dañados y hasta tres hundimientos parciales.
La suerte del Cariad cambió en 2021, cuando el empresario naviero Tim Hartnoll decidió asumir el reto de devolverlo a su antigua gloria. Hartnoll ya había mostrado interés por el barco unos años antes, y esta vez no dudó: lo trasladó de nuevo a PSS Shipyard, reunió a parte del equipo que lo había arreglado en 2008 y contó con el arquitecto naval británico Paul Spooner para dirigir la restauración. Hoy, sobre su impoluta cubierta, no ha podido ocultar su orgullo por haber propiciado el regreso del Cariad "al lugar al que pertenece": el campo de las grandes regatas.
El proceso fue exhaustivo: se renovó el casco con madera tailandesa, se reconstruyó el interior en teca, se modernizaron todos los sistemas mecánicos y eléctricos, y se repuso aparejo. El resultado es un yate que conserva la estética y el espíritu original de 1896. En 2024, el proyecto fue reconocido con el premio Classic Rebuilt Yachts en la categoría de superyates.
Además de un barco de regatas, el Cariad es un testimonio flotante de la historia de la vela. Hace ocho meses, la Phuket King's Cup Regatta en Tailandia supuso su regreso a la competición, este verano se trasladó a Europa para participar en el 250 aniversario del Royal Thames Yacht Club y ahora las aguas menorquinas son el escenario del resurgir de este velero centenario.
Construido en 1896 por Summers & Payne en Southampton (Inglaterra) para Windham Thomas Wyndham-Quin, cuarto conde de Dunraven, el Cariad (palabra galesa que significa amado) fue concebido desde el principio como velero de regatas. Dos años después de su botadura, logró su primer gran triunfo al alzarse con la Copa Vasco da Gama, una competición que cubrió la travesía entre Lisboa y Bombay para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de la ruta marítima portuguesa a la India.
Durante sus primeras décadas de vida, la embarcación pasó por distintas manos y escenarios, desde regatas de prestigio como la Semana de Cowes hasta travesías oceánicas. Con el tiempo, y tras cambios de nombre y propietarios, su tripulación completó tres vueltas al mundo, incluyendo la primera circunnavegación (1920-1922) comandada por los hermanos suecos Sune y Sebastian Tamm.El siglo XX llevó al Cariad desde los puertos de Sudáfrica hasta las islas del Pacífico, de la Costa Azul al Caribe, en las que el velero vivió etapas de gloria y otras más oscuras. En la década de 1980 fue sometido a una primera gran remodelación, pero en 1993 quedó abandonado en Taiwán. Rescatado por la Asociación Japonesa de Yates de Chárter, navegó de nuevo, solo para volver a caer en el olvido unos años más tarde, esta vez en Bangkok. Entre 2006 y 2008 fue prácticamente reconstruido en el astillero PSS Shipyard de Tailandia, pero la crisis financiera obligó a venderlo antes de que la obra se completara.
Olvidado por su antiguo propietario, el barco sufrió un proceso de deterioro en Singapur durante más de una década. El calor, la humedad y la falta de mantenimiento hicieron estragos: maderas podridas, jarcia inservible, interiores dañados y hasta tres hundimientos parciales.
La suerte del Cariad cambió en 2021, cuando el empresario naviero Tim Hartnoll decidió asumir el reto de devolverlo a su antigua gloria. Hartnoll ya había mostrado interés por el barco unos años antes, y esta vez no dudó: lo trasladó de nuevo a PSS Shipyard, reunió a parte del equipo que lo había arreglado en 2008 y contó con el arquitecto naval británico Paul Spooner para dirigir la restauración. Hoy, sobre su impoluta cubierta, no ha podido ocultar su orgullo por haber propiciado el regreso del Cariad "al lugar al que pertenece": el campo de las grandes regatas.
El proceso fue exhaustivo: se renovó el casco con madera tailandesa, se reconstruyó el interior en teca, se modernizaron todos los sistemas mecánicos y eléctricos, y se repuso aparejo. El resultado es un yate que conserva la estética y el espíritu original de 1896. En 2024, el proyecto fue reconocido con el premio Classic Rebuilt Yachts en la categoría de superyates.
Además de un barco de regatas, el Cariad es un testimonio flotante de la historia de la vela. Hace ocho meses, la Phuket King's Cup Regatta en Tailandia supuso su regreso a la competición, este verano se trasladó a Europa para participar en el 250 aniversario del Royal Thames Yacht Club y ahora las aguas menorquinas son el escenario del resurgir de este velero centenario.
Fuente: Prensa Copa del Rey Repsol de Barcos de Época
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