Un viaje por las aguas de los cazadores de ballenas
Pero al menos uno no volvió: se sabía que un ballenero vasco, el "San Juan" se había hundido tras una tormenta en las frías aguas del puerto canadiense de Red Bay, pero sin determinar el sitio. A base de un concienzudo trabajo de arqueología submarina, en los años 70 aparecieron los restos bajo una capa de lodo y piedras, lo que contribuyó a que la madera del casco e incluso alguna estacha se encontrase en muy buena conservación. Debido al alto costo de preparar el pecio para que sobreviviese en tierra (la madera, sin tratamiento, se hubiese destruido en poco tiempo) se decidió sacarlo pieza a pieza, inventariarlo y volverlo al lecho marino protegido por una urna y vigilado continuamente para controlar que no varíen las condiciones o algún elemento exterior que lo pueda dañar.
De él si se extrajeron, aunque rotos en mil pedazos, algunos barriles de los que usaban para almacenar la grasa que quedaban, y en muy buen estado, una txalupa de las que usaban para cazar las ballenas. Normalmente, el barco estaba fondeado y cuando el atalayero oteaba los característicos chorros de agua del respirar de las ballenas, marineros y arponeros, a remo, salían a por ellas. Una vez arponeada, la remolcaban hasta la costa para extraer en los hornos preparados a tal fin el codiciado saín.
Esta recuperada txalupa además de otros enseres y materiales encontrados han sido la base para crear el museo local Red Bay National Historic Site.
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