lunes, 10 de diciembre de 2012

Vendée Globe, un mes en regata. Records y necesidades

Cuidado, que las pantallas estallan. 545 millas es la distancia recorrida por MACIF en las últimas 24 horas. Al norte de las Kerguelen, en unas condiciones perfectas para romper los récords, varios navegantes han superado la barrera de las 500 millas. Y esos excesos de velocidad pueden seguir hasta las puertas de Australia. El precio a pagar para conseguir esas medias supersónicas es la incomodidad total.

© Jean-Marie Liot / DPPI

Los Imoca alcanzan hoy medias similares a las de los multicascos. Incluso se han superado los tiempos establecidos en trimarán a mitad de los años 90 (540 millas navegó Laurent Bourgnon en 1994). Para seguir con referencias comparables, el récord en solitario y en monocasco de 60 pies, propiedad exclusiva de Alex Thomson desde 2003, ha sido pulverizado varias veces esas dos últimas semanas. Entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, Dick abría los registros con 502 millas. Hoy son tres, con Gabart, los que han sobrepasado esa barrera: Jean-Pierre Dick (516,9 millas) y Bernard Stamm (506,9 millas). Alucinante.

Ruido y furor
Imagínese recorrer la distancia que separa Barcelona de Lisboa en un solo día en un velero. El viaje, además, sería especialmente incómodo. En el interior de los habitáculos de carbono, hay que agarrarse para aguantarse en pie. El ruido es permanente, ensordecedor; la humedad impregna la ropa y todos los rincones. Fuera, es la manguera contra incendios, y cada maniobra es una operación de riesgo. “Vivir a bordo en esas condiciones no se puede imaginar lo que significa. Es demencial”, comentaba el navegante (y cómplice de Armel Le Cléac’h) Christopher Pratt, invitado este mediodía en La Vendée Globe en Directo.

© François Gabart / Macif

Un misil
Hoy, en ese viento del Noroeste de una treintena de nudos y una mar formada pero bien ordenada, el maestro de ceremonias se llama François Gabart. Es la primera vez que este joven corre la Vendée Globe y también es la primera vez que navega en el océano Índico, pero esas novedades no parecen afectarle. Esta tarde el MACIFha atrapado al Banque Populaire. Entre dos olas, en medio de la inmensidad líquida que les rodea, los dos solitarios pueden verse.

Esas condiciones duras acompañarán a la cabeza de la flota hacia la puerta de Amsterdam primero y después hasta la frontera de Australia. “Para ganar una regata hay que ir rápido”, recordaba hoy Jean-Pierre Dick. Pero para ganar una regata hay que conservar la integridad del barco, replicaba a distancia Armel Le Cléac’h: “Yo no he intentado forzar, hago mi camino. Y ese camino lo conozco. ¡Aún no hemos llegado a la mitad del recorrido!”

Sea como sea, los cinco primeros abrirán hueco. Porque detrás, hasta Alessandro Di Benedetto, el único participante que aún navega en el Atlántico Sur, la meteorología es mucho menos favorable para una rápida progresión hacia el Este.

En cuanto a Javier Sansó (ACCIONA 100% EcoPowered), ha recuperado velocidad rumbo a la puerta de Crozet, tras una noche en que se vio sorprendido por un viento de proa que lo obligó a desplazarse un poco al norte. De momento ha conseguido no verse atrapado en la dorsal anticiclónica que lo acecha desde el oeste y que está engullendo a sus perseguidores.

Un mes en el mar sin…
Hace ya un mes que los 13 solitarios están en regata. Un mes de soledad, sin ducha caliente, sin calefacción central, sin lavabos, sin posibilidad de abrazar a los suyos. Un mes de llevarse golpes, un mes de maniobras, reparaciones, sueños cortados, de vivir al ritmo de las clasificaciones y los partes meteorológicos. Pero también un mes de vida en medio de una naturaleza dura pero generosa, que cada día prodiga sus momentos mágicos: una luz con mil matices, el encuentro con una ballena o con delfines juguetones, el vuelo de un albatros.

¿Qué echa de menos después de 30 días en el mar? “Nada”, contesta Arnaud Boissières (AKENA Vérandas). “Estoy bien donde estoy. Quizás me faltan 500 millas para estar más cerca del grupo de cabeza”. “Comerme un pan calentito sería excepcional”, confiesa Alex Thomson (Hugo Boss). “Sentarse ante una mesa para comer, cara a cara o con varias personas. Compartir los buenos momentos, como mi paso hoy por la longitud de Buena Esperanza”, indica Tanguy De Lamotte (Initiatives-Coeur). “No os diré lo que echo más en falta, dice un irónico Alessandro Di Benedetto. Pero lo segundo es fruta fresca”. “Comida de verdad; estoy un poco harto de tanto liofilizado”, se lamenta (Gamesa). Pero para todos, son los suyos, sus mujeres, sus hijos, lo que echan más en falta. “Un poco de calor humano es lo que realmente necesitamos en determinados momentos”, concede Jean-Pierre Dick.


Para esto, a los navegantes aún les faltan 50 días. Llevan 30.

Camille El Beze

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