Sébastien Simon (Groupe Dubreuil) consigue recorrer 615,33 millas en 24 horas... a una velocidad media surrealista de 25,64 nudos!
«La velocidad es la forma de éxtasis que la revolución técnica ha otorgado a la humanidad», escribió el novelista Milan Kundera. Los regatistas de la Vendée Globe no son diferentes. Para ellos, no es necesario recurrir al uso de sustancias como el LSD, la salvia adivinatoria o cualquier otro psicotrópico alucinógeno para transportarse fuera del mundo sensible. Cabalgar sin parar a una velocidad media de más de 20 nudos les permite experimentar sensaciones únicas, y parece que se han vuelto completamente adictos a ellas, ya que no dejan de aumentar sus dosis. Como prueba de ello, Sébastien Simon cruzó este miércoles la simbólica marca de las 600 millas en 24 horas en solitario en un monocasco. El próximo paso del patrón del Groupe Dubreuil o de alguno de sus cinco compañeros del grupo de cabeza podría ser acercarse lo más posible al mismo récord logrado con tripulación (640,48 millas), pero mientras tanto, están en vías de lograr otra gran hazaña: ¡doblar el cabo Frío y el cabo de Buena Esperanza con la misma amura!
«Es increíble lo lejos que he llegado, ¡nunca pensé que lo lograría! Y no creo que haya terminado todavía», advertía Sébastien Simon, que lleva literalmente en órbita desde esta mañana. Después de haber mejorado la marca de Yoann Richomme (PAPREC ARKÉA) a la hora del desayuno con 596,23 millas, el navegante de Sablais no ha dejado de mejorarla para llegar finalmente a las 615,33 millas a primera hora de la tarde, ¡a una velocidad media surrealista de 25,64 nudos! Hay que decir que las condiciones en su zona de regata son casi perfectas para explotar todo el potencial de su foiler. «El mar no está demasiado alto y el viento es relativamente razonable, soplando entre 24 y 26 nudos con algunos rizos de 27. Estoy bajo FRO J3 (velas de proa), con dos rizos en la mayor, que es una configuración relativamente 'segura' para el barco», explicó el navegante, que sigue acompañado por el sistema de bajas presiones que ha azotado al grupo de cabeza al norte de Río de Janeiro y que podría volver a desatar el frenesí en los contadores en las próximas horas. Así lo confirma Basile Rochut, asesor meteorológico de la regata: «el grupo de los seis primeros permanecerá con una brisa muy potente de 30 nudos hasta mañana por la mañana. Así que podrán seguir empujando fuerte. Pero sin confundir la velocidad con la prisa, como decía La Fontaine.
Recorrer la distancia
«No se trata de batir récords, sino de mantener una velocidad media decente. Para decirlo claramente: se trata de intentar tener un buen ritmo pero mantener la distancia», comenta Jérémie Beyou (Charal), llamado al orden al acercarse al ecuador, pero cuya rodilla está ahora menos hinchada y sobre todo menos dolorida. «Sólo tengo que asegurarme de no volver a caerme sobre ella», contemporiza el navegante, que sigue siendo manoseado dentro de su barco tanto como lo sería en un cohete balístico. «Seguimos en el TGV y eso es bastante práctico. Sin embargo, el paisaje está cambiando un poco. La depresión está cada vez más cerca. El cielo está gris y la temperatura del agua está bajando bastante», señala el navegante de Finisterre, que anoche se puso unas cuantas capas, pero que no oculta su satisfacción por haber conseguido, junto con Charlie Dalin (MACIF Santé Prévoyance), Thomas Ruyant (VULNERABLE), Sébastien Simon, Yoann Richomme y Nicolas Lunven (Holcim - PRB), la formidable hazaña de mantenerse a lomos de la misma baja desde su paso frente a Brasil. Sin embargo, pronto se presentarán dos opciones para él y sus rivales más cercanos: tomar un rumbo directo en un estrecho corredor de viento mientras lidian con la Corriente de las Agujas (una corriente marina en el Océano Índico que transporta agua a lo largo de la costa oriental del sur de África) o sumergirse hacia el sur para bordear la Zona de Exclusión Ártica (AEZ), lo que parece un poco más sencillo sobre el papel. «Por el momento, intento permanecer amurado a babor el mayor tiempo posible. El viento decidirá lo que hacemos. Todo depende del avance del frente y del nuestro. No hay que dejarse llevar demasiado por la estrategia con demasiada antelación», indica Jérémie Beyou, que debe cruzar el meridiano de Greenwich esta tarde.
Un poco más atrás en la flota, Sébastien Marsset, patrón del Foussier, progresa de forma similar. Sin embargo, avanza en condiciones radicalmente distintas, al igual que gran parte del pelotón, que navega en fila india, o casi, a 800 millas de la costa brasileña, entre Maceió y Vitória. «Estamos navegando entre una zona de altas presiones, un frente y una dorsal de altas presiones que se infla y luego se desinfla. Esto genera vientos muy imprevisibles. Hay que conseguir avanzar lo más rápidamente posible, pero como es inestable, cada uno tiene sus momentos», explica el navegante, que no ha echado de menos las fuertes remontadas de Arnaud Boissières (La Mie Câline) y Louis Duc (Fives Group - Lantana environnement) en las últimas 24 horas. Y con razón: hasta la más mínima diferencia puede pesar mucho en la balanza. Isabelle Joschke es un buen ejemplo. La capitana del MACSF, que fue la primera del pelotón de cabeza en descolgarse por la baja, va a tener que gestionar ahora una fase de transición. Se verá afectada por la llegada del sistema de altas presiones, que se desliza poco a poco por debajo de ella, y como consecuencia experimentará una marcada ralentización durante 48 horas, lo que en principio no debería ser el caso para el grueso de los efectivos que le siguen.
Fuente: Vendée Globe
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