Tuiga, Argos, Sonata, Rowdy, Celeste di Mare y Micanga ganan la XXX Regata Illes Balears Clàssics
La competición organizada por Club de Mar-Mallorca ha finalizado hoy con una jornada en la que no se ha podido competir por falta de viento en la Bahía de Palma
El Tuiga en Big Boats, Argos en Clásicos, Sonata en Época Bermudiana, Rowdy en Época Cangreja, Celeste di Mare en la clase Espíritu de Tradición y Micanga en RI Clásicos han sido los vencedores de la XXX Regata Illes Balears Clàssics, que hoy ha finalizado en Club de Mar-Mallorca
El Tuiga en Big Boats, Argos en Clásicos, Sonata en Época Bermudiana, Rowdy en Época Cangreja, Celeste di Mare en la clase Espíritu de Tradición y Micanga en RI Clásicos han sido los vencedores de la XXX Regata Illes Balears Clàssics, que hoy ha finalizado en Club de Mar-Mallorca
Doña Francisca, la impresionante goleta que une tradición y vanguardia
El viento no apareció en la bahía de Palma y las cerca de 40 embarcaciones participantes se quedaron sin poder competir en la última jornada. El exceso de calor impidió la entrada del viento térmico y, aunque el Comité de Regatas esperó un cambio de condiciones, pasadas las 14.00 horas tomó la decisión de dar por concluida la jornada y, con ella, la competición.
De este modo, la clasificación general de la regata se mantuvo inalterada y no se pudieron resolver algunos de los duelos que se preveían más emocionantes para este domingo. Tres de los ganadores -Argos, Sonata y Rowdy- reeditan el triunfo que ya lograron en la pasada edición de la gran cita mallorquina de embarcaciones clásicas.
De este modo, la clasificación general de la regata se mantuvo inalterada y no se pudieron resolver algunos de los duelos que se preveían más emocionantes para este domingo. Tres de los ganadores -Argos, Sonata y Rowdy- reeditan el triunfo que ya lograron en la pasada edición de la gran cita mallorquina de embarcaciones clásicas.
El Tuiga (1909) se proclamó vencedor en la categoría Big Boats. La embarcación del Yacht Club de Mónaco, patroneada por Daniel Pereira, se impuso por un punto al The Lady Anne (1912), armado por Gonzalo Botín. El Star Sapphire of London (1957), de Jacob Glatz, completó el podio en tercera posición.
En la clase Clásicos, el Argos (1964) y el Clarionet (1960) empataron en el primer puesto, pero el triunfo correspondió al barco armado por Barbara Trilling, que sumó dos victorias parciales frente a la única conseguida por el cutter diseñado por Sparkman & Stephens y armado por Andrew Harvey. El tercer puesto fue para el Mowgli (1965), del RCN Port de Pollença, armado por los hermanos Harris.
El Sonata (1937), de Jordi Cabau, se llevó la victoria en Época Bermudiana tras liderar la clasificación desde la primera jornada. Le siguieron el Argyll (1948), de Griff Rhys Jones, y el Manitou (1937), patroneado por Charles Mourruau, segundo y tercero respectivamente.
El Rowdy (1916), de la armadora Donna Dyer, consiguió un doble triunfo: en la categoría Época Cangrejay en la general absoluta de la XXX Illes Balears Clàssics. El cutter diseñado por Herreshoff logró pleno de victorias en las tres mangas disputadas y superó al queche Gipsy (1927), patroneado por Javier Gorbeña, y a la goleta Archangelo (1892) armada por Ana Martínez Vara de Rey.
En Espíritu de Tradición, la victoria fue para el Celeste di Mare (1971), de Amador Magraner, que aventajó por un punto al Barlovento (1973), patroneado por Pachi Rivero. El tercer puesto correspondió al Sirah (1996), de Alfonso Valdés.
El Micanga (1974), de Mateu Grimalt, no tuvo rival en RI Clásicos. Ganó las tres pruebas disputadas y se adjudicó la victoria con autoridad. El segundo puesto fue para el Orion (1973), de Tiffany Blackman, y el tercero para el Veritas Dolç (1985), de José Luis Roses.
Declaraciones de los ganadores
Mateu Grimalt, armador del Micanga: “El tiempo es el que es, no lo podemos cambiar. Si hay condiciones, navegamos; si no, nos vamos al bar. Siempre es un placer venir a esta regata del Club de Mar-Mallorca, disfrutamos de las embarcaciones, de la buena organización y de la gente tan maravillosa que nos atiende”.
Jordi Cabau, armador del Sonata: “Hemos conseguido dos primeros y un segundo. Nuestro rival tenía opciones, pero queríamos defender nuestra posición porque venimos a competir. Es una lástima, porque hemos disfrutado tres días con condiciones meteorológicas espléndidas y hoy el calor ha sido tremendo, sin viento suficiente para navegar”.
Daniel Pereira, patrón del Tuiga: “Estamos muy contentos de haber ganado la Illes Balears Clàssics. La rivalidad con The Lady Anne -la otra embarcación de la clase F15 participante- siempre es muy fuerte. Nos hubiera gustado poder navegar hoy y enfrentarnos a ellos, pero no ha sido posible”.
Donna Dyer, armadora del Rowdy: “La tripulación ha trabajado mucho este año porque la competencia con el hándicap es muy dura. El año que viene repetiremos, porque nuestro barco tiene su base en el Real Club Náutico de Palma, el 70% de la tripulación vive aquí y nos fascina esta regata”.
Doña Francisca, la impresionante goleta que une tradición y vanguardia
El velero se erige, con sus 52 metros de eslora, como una de las joyas indiscutibles de la XXX Regata Illes Balears Clàssics. El empresario Juan Carlos López Mena pudo cumplir su sueño con la construcción de esta embarcación en Uruguay.
Amarrada estos días en los pantalanes de Club de Mar-Mallorca, la goleta Doña Francisca se erige como una de las joyas indiscutibles de la regata Illes Balears Clàssics. Con sus 52,55 metros de eslora y un impresionante botalón de siete metros, este velero es la embarcación más grande de la prueba y uno de los proyectos más singulares de la náutica actual.
Construida en el astillero uruguayo Buquebus y botada en 2014, el Doña Francisca es obra del reconocido arquitecto naval rioplatense Javier Soto Acebal. El objetivo era claro: un velero con espíritu clásico, pero con el respaldo de la última tecnología en construcción naval.
El resultado es un barco de contrastes. Por fuera, sus líneas respetan la tradición marinera de principios del siglo XX y recuerdan a un barco de época. Sin embargo, bajo esa apariencia clásica, se esconde un prodigio de ingeniería: un casco y aparejo íntegramente en fibra de carbono, lo que le otorga una ligereza y resistencia extraordinarias en relación con su tamaño y desplazamiento de 230 toneladas.
Su capitán, Andrés López Mena, explica que "estéticamente el barco luce como un barco de la época clásica, todos sus componentes y detalles tratan de asimilar esa época dorada de la vela, mientras que la parte moderna incluye casco, mástil y botavara de carbono y todo el equipo tecnológico de una embarcación de hoy en día".
Su aparejo de dos mástiles impresiona: el mayor alcanza casi 50 metros desde la línea de flotación, mientras que el trinquete se eleva 46 metros. A ello se suman un conjunto de velas de alta tecnología que marcan la diferencia. El superyate cuenta con cerca de dos mil metros cuadrados de superficie vélica cuando va a todo trapo. Solo la mayor suma 407 m², acompañada por una trinqueta, un génova y una trinquetilla. A este arsenal se le añaden un spinnaker asimétrico de 1.032 m² y un foque de tormenta de 55 m², preparados para enfrentar cualquier condición de mar.
La parte moderna ayuda a que un velero de este porte, de 52 metros de eslora, pueda contar con una tripulación no muy extensa. “Con cinco personas, nosotros operamos el 100% del barco, desde las maniobras de vela a las de puerto e, incluso, atender a los invitados”, apunta el capitán del Doña Francisca.
Si el exterior remite a la modernidad, el interior del barco es un homenaje a la tradición. Maderas de caoba y castaño, salones elegantes, siete camarotes con capacidad para catorce invitados, oficina y sala de lavandería componen un ambiente que transporta al siglo pasado.
El nombre del barco no es casual. La goleta rinde homenaje a Doña Francisca, abuela del capitán Andrés López Mena, hijo del empresario uruguayo Juan Carlos López Mena, propietario de la naviera Buquebus, que con esta embarcación pudo cumplir uno de sus sueños. "Construir este barco fue un reto que en ese momento parecía imposible. Un velero de estas características siempre es difícil en cualquier parte del mundo, pero es que el armador decidió hacerlo en Uruguay, un país que no tiene una industria náutica grande. Así que se montó un astillero con un equipo de profesionales altamente capacitados y después de cinco años se logró finalizar esta embarcación tan bonita", remarca el capitán del Doña Francisca.
En la regata de Club de Mar Mallorca, la Doña Francisca participa en la categoría especial “Presencia”, reservada a embarcaciones que, sin competir, enriquecen la regata con su valor histórico y estético. Cada día, el velero zarpa desde el puerto con invitados a bordo para disfrutar de las regatas en la Bahía de Palma, un espectáculo que combina deporte, tradición y el magnetismo de uno de los veleros más impresionantes de los últimos tiempos.
Fuente: Prensa Regata Illes Balears Clàssics
El velero se erige, con sus 52 metros de eslora, como una de las joyas indiscutibles de la XXX Regata Illes Balears Clàssics. El empresario Juan Carlos López Mena pudo cumplir su sueño con la construcción de esta embarcación en Uruguay.
Amarrada estos días en los pantalanes de Club de Mar-Mallorca, la goleta Doña Francisca se erige como una de las joyas indiscutibles de la regata Illes Balears Clàssics. Con sus 52,55 metros de eslora y un impresionante botalón de siete metros, este velero es la embarcación más grande de la prueba y uno de los proyectos más singulares de la náutica actual.
Construida en el astillero uruguayo Buquebus y botada en 2014, el Doña Francisca es obra del reconocido arquitecto naval rioplatense Javier Soto Acebal. El objetivo era claro: un velero con espíritu clásico, pero con el respaldo de la última tecnología en construcción naval.
El resultado es un barco de contrastes. Por fuera, sus líneas respetan la tradición marinera de principios del siglo XX y recuerdan a un barco de época. Sin embargo, bajo esa apariencia clásica, se esconde un prodigio de ingeniería: un casco y aparejo íntegramente en fibra de carbono, lo que le otorga una ligereza y resistencia extraordinarias en relación con su tamaño y desplazamiento de 230 toneladas.
Su capitán, Andrés López Mena, explica que "estéticamente el barco luce como un barco de la época clásica, todos sus componentes y detalles tratan de asimilar esa época dorada de la vela, mientras que la parte moderna incluye casco, mástil y botavara de carbono y todo el equipo tecnológico de una embarcación de hoy en día".
Su aparejo de dos mástiles impresiona: el mayor alcanza casi 50 metros desde la línea de flotación, mientras que el trinquete se eleva 46 metros. A ello se suman un conjunto de velas de alta tecnología que marcan la diferencia. El superyate cuenta con cerca de dos mil metros cuadrados de superficie vélica cuando va a todo trapo. Solo la mayor suma 407 m², acompañada por una trinqueta, un génova y una trinquetilla. A este arsenal se le añaden un spinnaker asimétrico de 1.032 m² y un foque de tormenta de 55 m², preparados para enfrentar cualquier condición de mar.
La parte moderna ayuda a que un velero de este porte, de 52 metros de eslora, pueda contar con una tripulación no muy extensa. “Con cinco personas, nosotros operamos el 100% del barco, desde las maniobras de vela a las de puerto e, incluso, atender a los invitados”, apunta el capitán del Doña Francisca.
Si el exterior remite a la modernidad, el interior del barco es un homenaje a la tradición. Maderas de caoba y castaño, salones elegantes, siete camarotes con capacidad para catorce invitados, oficina y sala de lavandería componen un ambiente que transporta al siglo pasado.
El nombre del barco no es casual. La goleta rinde homenaje a Doña Francisca, abuela del capitán Andrés López Mena, hijo del empresario uruguayo Juan Carlos López Mena, propietario de la naviera Buquebus, que con esta embarcación pudo cumplir uno de sus sueños. "Construir este barco fue un reto que en ese momento parecía imposible. Un velero de estas características siempre es difícil en cualquier parte del mundo, pero es que el armador decidió hacerlo en Uruguay, un país que no tiene una industria náutica grande. Así que se montó un astillero con un equipo de profesionales altamente capacitados y después de cinco años se logró finalizar esta embarcación tan bonita", remarca el capitán del Doña Francisca.
En la regata de Club de Mar Mallorca, la Doña Francisca participa en la categoría especial “Presencia”, reservada a embarcaciones que, sin competir, enriquecen la regata con su valor histórico y estético. Cada día, el velero zarpa desde el puerto con invitados a bordo para disfrutar de las regatas en la Bahía de Palma, un espectáculo que combina deporte, tradición y el magnetismo de uno de los veleros más impresionantes de los últimos tiempos.
Fuente: Prensa Regata Illes Balears Clàssics
No hay comentarios:
Publicar un comentario