Pocas revisiones a bordo merecen que seamos tan meticulosos como con la jarcia fija. Al desgaste continuado, las presiones, las cargas y los golpes hay que añadir la corrosión externa a la que está expuesta en uno de los ambientes más abrasivos que nos podamos imaginar: salitre, sol y humedad.
La jarcia de un velero es esencialmente una máquina. El palo produce una carga de trabajo en la jarcia fija, los herrajes y los cadenotes en cada bordo, trasluchada y pantocazo. También trabaja la jarcia de labor, las drizas y las escotas sobre las poleas, con los movimientos de botavara u otros aparejos. Incluso cuando navegamos a motor en un día de calma, los cables y herrajes están bailando al ritmo de un pistón.
Veamos los elementos y puntos clave a revisar y qué hay que buscar para asegurarnos de que nuestra jarcia fija está sana...
La jarcia de un velero es esencialmente una máquina. El palo produce una carga de trabajo en la jarcia fija, los herrajes y los cadenotes en cada bordo, trasluchada y pantocazo. También trabaja la jarcia de labor, las drizas y las escotas sobre las poleas, con los movimientos de botavara u otros aparejos. Incluso cuando navegamos a motor en un día de calma, los cables y herrajes están bailando al ritmo de un pistón.
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Fuente: Náutica y Yates
Texto de Isidro Martí
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