‘Las joyas de la corona’ de la historia náutica se dan cita este verano en Barcelona
· Retroceder en la historia de la náutica será posible gracias a las sorprendentes historias que se esconden detrás de cada uno de los barcos participantes
· Estas embarcaciones se podrán contemplar a modo de museo flotante desde diferentes puntos de la ciudad para deleite de barceloneses y turistas
La VI Edición de la Regata Puig Vela Clàssica Barcelona tiene prevista la participación de medio centenar de barcos clásicos y de época procedentes de nuestro país y de otros rincones del mundo como Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Argentina, etc. Este referente social y deportivo conseguirá reunir a la mejor flota de barcos clásicos y de época del Mediterráneo del 10 al 13 de julio.
Del mismo modo que estas embarcaciones integran una extraordinaria belleza y un legado histórico difícil de cuantificar, un grupo selecto de ellas esconde importantes y fabulosas historias que las hace diferentes, ya sea porque han participado en guerras o han pasado de unos armadores a otros, de los cuales muchos han sido personalidades ilustres (entre ellos presidentes y familias aristocráticas).
Muchas de estas embarcaciones, que ahora admiramos en su esplendor, permanecieron abandonadas en puertos, olvidadas en ríos, hundidas en lagos o arrasadas por huracanes, quedando prácticamente inservibles. Posteriormente, gracias al sueño de apasionados de la náutica, han podido ser resucitadas, manteniendo tal viveza que, a día de hoy, siguen compitiendo en las principales regatas nacionales e internacionales.
En la VI Edición de la Puig Vela Clàssica Barcelona estarán presentes algunas de estas leyendas marinas, como es el caso del Manitou, convertido por el Presidente de Estados Unidos John F. Kennedy en su barco presidencial, dotándolo de un completo equipamiento de radio y comunicaciones para estar localizable cuando estuviera navegando fuera del Despacho Oval. Pasó tanto tiempo en él que lo apodó la "Casa Blanca flotante”. John Kennedy lo utilizaba a menudo en Nueva Inglaterra, pero nunca compitió con él, hasta que un día durante el verano de 1962 retó a su amigo y renombrado regatista Emil Mosbacher. Durante este divertido desafío, una patrulla de seguridad del Servicio Secreto lo persiguió y constató la gran velocidad que el velero consiguió alcanzar. Este hecho fue clave para que se convirtiera más tarde en el gran defensor de la Copa América para gran disgusto del Presidente.
Los Moonbeam: marcas de la historia marinera
El Moonbeam III fue un encargo del abogado británico Charles Plumtree Johnson, propietario inicial de los cuatro diseñados por la familia Fife. William Fife se encargó de la construcción del primero de la serie de barcos conocidos como Moonbeam. En 1903 se construye el Moonbeam III, que se desplazará hasta Cannes en 1920 para afincarse en este puerto. Tras pasar por varios propietarios, en 1989 fue vendido en una de las subastas Sotheby’s y en el año 2000 lo adquirió su actual propietario, Didier Waetcher, quien celebró por todo lo alto su centenario en 2003.
Creole y Avel, bellezas y lujos del mar
Otras joyas de la náutica que siguen vivas y que izarán sus velas en las aguas de Barcelona son los barcos de la familia Gucci. El Creole (1927), considerado uno de los veleros más bellos del mundo, participó en la Segunda Guerra Mundial. A pesar de estas singularidades y de ser la embarcación con más eslora de la competición (65,30 metros), arrastra una larga tradición de desgracias, lo que ha hecho pensar a muchos que es un barco maldito. No obstante, no hay un espectáculo más bello en el agua que tener la oportunidad de ver la evolución del Creole con todas sus velas desplegadas al viento.
Piezas de museo que siguen vivas
Todas estas piezas míticas tienen una característica en común: a pesar de su antigüedad, de las distintas manos por las que han pasado y de las múltiples reconstrucciones, en sus cubiertas aún se puede respirar el aroma de su espíritu original. Se trata de auténticas joyas de museo de la navegación dotadas de patrimonio y cultura náutica que siguen navegando y que raramente podremos ver en grandes ciudades como Barcelona. Tanto la ciudad como los turistas tendrán el lujo de contemplar a modo de museo flotante cómo desfilan los barcos más legendarios de la historia a menos de una milla de la costa y desde diferentes emplazamientos, ya sea desde el Port Vell o el Puerto Olímpico, así como desde la misma playa de la Barceloneta.
Fuente: Prensa Puig Vela Clàssica Barcelona
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